La
fabricación de tinajas de barro en Castuera fue una tradición artesanal que se
remonta a comienzo del siglo XIX. Este proceso se llevaba a cabo mediante
la utilización de arcilla, dicha tierra legamosa, rojiza tan característica, era
extraída y acarreada de terrenos adyacentes al pueblo que, con carros, tirados
por bestias surtían a los talleres artesanos que posteriormente mezclaban con
agua, dándole la textura idónea para ser moldeada con sus manos. Anteriormente
para conseguir su óptima utilización, era amasada con los pies, ayudados a veces por
burros o mulos o con utensilios muy rudimentarios. Ahora ya puesta en manos del
maestro tinajero, con experiencia y maestría empezaba a dar forma a la tinaja, iniciaba su construcción con una gruesa base, un sólido pegote de masa arcillosa, dicho “culo” como se
le denominaba en el argot tinajero. Terminado el apoyo, empezaba a dar forma al
cuerpo añadiendo círculos concéntricos con barro bien amasado y manos bien
mojadas, manos que ayudaban a refinar e igualar la obra, rematando la vasija en la “la
Boca” la cual dotaba de un grueso reborde, dando así más consistencia a la
tinaja. Todo el proceso se realizaba con sumo cuidado y sobretodo habilidad, el
cualquier momento se podrían partir, o quedar poros por el cual vertería su
contenido. Finalizado el trabajo, se llevaba a cabo el marcado con el sello o
logotipo de cada empresa, generalmente el apellido familiar, para saber su
lugar de procedencia. Posteriormente eran dejada al aire durante un tiempo, ya secada seria pasada al horno de leña para su cocción donde
adquiría dureza y acabado final, dando por acabado su proceso de fabricación para posterior comercializado. De formas similares, de tamaños variados eran
contenedores idóneos para almacenar toda clase de líquidos, sobretodo vinos,
alcoholes o simplemente agua, los productos en su almacenamiento, no solían
presentar ninguna alteración, por eso en cualquier hogar o industria alimenticia, como bodegas o almazaras se podían encontrar. Como curiosidad en ellas se almacenaba el pan o
agua o se guisaban aceitunas para consumo en los hogares, se tenía entendido
que ellas se ayudaba a su conservación, manteniendo el pan más blando y el agua
más fresca en los veranos. Este sector socio-económico, al igual que la fabricación
de turrón en tiempos posteriores, dotaron a Castuera de una identidad propia,
la dieron conocer, dotándola de un prestigio que sobrepasaba los limites
comarcales, hoy en día, después de tanto tiempo, es fácil de encontrar tinajas, ya no con su
uso para la cual fueron concebidas, por toda Extremadura, en incluso en
regiones colindantes, en La Mancha y Andalucía sobretodo, adornando espacios insospechados,
dándoles aire de sosiego y acogedora estancia. Tena,
Caballero, Holguín, Cantel, o Chamizo… Cada fabricante, con su marca grabada en
cada tinaja, daban singularidad a su producto, si ha de destacar alguna de
ella, sería la familia Chamizo, es considerada la fábrica pionera y más prestigiosa
a lo largo de su historia, en la cual emerge la figura del poeta Luis Chamizo,
aunque nacido en Guareña de orígenes Castueranos, no en vano es descendiente de
esta familia tinajera. Su fábrica estaba
emplazada en los terrenos que posteriormente ocuparon el Cine de verano
Covadonga de la familia Atalaya de Tena y Bodegas Cancho, allí se encontraban
todas las dependencias de la misma e incluso su vivienda familiar. A la muerte
del fundador de la marca Chamizo, Justo Chamizo Sánchez, el negocio se fragmentó,
surgieron nuevas marcas como Hijos de Justo Chamizo. Por esa época, parte de la
familia se trasladó a la localidad de Guareña, iniciando aquí nuevos caminos en
la tradición alfarera familiar. Allí encontraron buenas tierras, materias
primas necesarias e hicieron del lugar un centro de producción muy importante,
eso sí, aunque con algunas innovaciones, supieron mantener esa forma “panzuda”
de las tinajas, tan peculiar a lo largo de su existencia. Se tiene constancia
que con la marca “Viuda de Joaquín Chamizo”, ya en Guareña, se da por
finalizada la saga familiar de tantas generaciones dedicadas a la alfarería que
comenzó en Castuera con el verdadero artífice, Justo Chamizo Sánchez. Don Manuel Holguín Hidalgo, fue otro empresario tinajero a
considerar, introdujo algunas innovaciones en su diseño y construcción,
obteniendo patente de Invención por veinte años durante el reinado de Alfonso
XIII. Su taller de fabricación estaba situado en lo que posteriormente fue
también un cine, el cine de “El maestro Enrique”, conocido popularmente por el
“Cine Bigotes” en la antigua calle El Polvo, en él, en sus instalaciones se
podían contemplar grandes tinajas incrustadas en los muros de cerramientos tras
la pantalla de proyección. Actualmente se pueden contemplar rectos de otra
fábrica emplazada frente al paraje denominado La Charca, en la carretera de
Campanario donde quedan depositados algunos ejemplares de gran tamaño,
anteriormente colocados al lado de la vía, “En la curva de las tinajas” hacia
honor a su nombre, llamándonos la atención al paso. Fue un periodo de la
historia interesante en Castuera, aportó riqueza e identidad a un pueblo en
tiempos muy duros que quedó reflejado en dichos populares como este, llevados
de boca en boca, pasando por generaciones hasta hoy en día.
“...Don Benito por bonito,
Guareña por sus bodegas,
Medellín por su castillo
Por sus tinajas Castuera...”
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Imágenes 1. 2 y 3, autora Ruth Matilda Anderson.- CASTUERA 1928 (Coloreadas)
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Sellos familia Chamizo
Pedro de Tena y Mora |
Francisco Cantel
Fulgencio Tena y Compañía
Cine "Bigotes" antigua fábrica de Manuel Holguín Hidalgo
Fábrica y almacenaje.
Tinaja lañada, Sellada en la fábrica de Justo Chamizo. El lañado, técnica de recuperar la tinaja mediante colocación de grapas
Publicidad. Correo Extremeño. Año 1929, seis de Enero.
Comunicado en prensa. Correo Extremeño. Fallecimiento de Justo Chamizo. Año 1901-26 de Agosto.
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